En un mundo en el que la dominación y la sumisión están
aceptadas como algo cotidiano, los collares blanco, rojo, plata y negro señalan
tu grado de entrega.
Cuando Álex decidió ponerse el collar blanco que le
identificaba como sumiso tan solo deseaba aclarar sus ideas y darle sentido a
su vida. No imaginaba que ofrecerse a otros complicaría las cosas aún más. Por
si sus propias dudas no fuesen suficientes, la investigación de la desaparición
de su amigo Mark le hará descubrir una conspiración que pondrá en peligro su
propia vida. Para salir adelante contará con la ayuda del inspector de policía
Peter Holden; de Nick, dueño del club nocturno Rojo Oscuro, y de sus amigos de
la universidad.
Oliver Bisset tiene treinta y dos años y vive en Madrid con
dos gatos que toleran a regañadientes su presencia. Escribir ha sido su gran
pasión desde que tiene memoria, seguida de leer todo lo que caía en sus manos.
Sus géneros preferidos son los cuentos clásicos y los relatos de misterio.
Cuando no está absorto en sus historias le gusta pasear por la ciudad en busca
de rincones tranquilos donde disfrutar de un buen café y una buena
conversación.
Su sueño eternamente pospuesto es visitar Venecia y usarla
como localización para una futura novela.
Primero y antes que nada quiero pedirle disculpas a Oliver
por tardar tanto en leerme su obra.
El libro comienza cuando Alex se pone el collar blanco,
veremos cómo se adentra en este mundo y las cosas que le van pasando. Esta
historia me ha gustado mucho, me enganchó desde la primera página y en un día
me lo leí. Tengo que destacar del libro que es entretenido y ágil, aunque ha
habido cosillas que no me han terminado de convencer.
Alex vive en una ciudad donde la gente lleva collares:
Blanco, Plateado, Rojo y Negro, según el grado de sumisión que tengan. Si no
recuerdo mal, el collar Blanco te da el poder de decidir con quién; el Plata es
que perteneces a varios amos; el Rojo es todo lo contrario que el blanco, no
puedes negarte a que nadie que te quiera someter; y el Negro significa que
tienes un solo amo, que ya perteneces a alguien. En un primer momento me chocó todo este tema,
los collares, las casas de sumisión, que vayas en el bus y la gente te pregunte
por tu collar, que una cafetería tenga reservados para estas prácticas… Me
desconcertaba todo un poco y decidí bautizarlo como Sumisolandia, evidentemente es un mundo inventado, pero
quién sabe si en un futuro podamos ver a personas con collares de colores por
la calle y sea de lo más normal.